La realidad es muy tozuda, se
empeña en no dejarse amoldar a los deseos de la gente. Los hechos son los que
son y no hay alternativa válida diferente. No existen situaciones intermedias
entre lo que es y lo que desearíamos que fuera. No valen los términos grises
intermedios entre el blanco y el negro si no hablamos de colores sino de
realidades.
Cuando uno analiza un asunto, sea
el que sea y llega a la conclusión, realmente fundamentada en criterios
objetivos de que algo ES de determinada manera no es racional en absoluto
aceptar situaciones intermedias. Eso es lo que hoy día se adjetiva como
“radical”, pues bien, es necesario ser radical en cuanto a la aplicación diaria
del desarrollo racional de cada uno, una situación en la que no existan
contradicciones entre lo que pensamos y lo que decimos o hacemos. Es la base de
la felicidad.
En la esencia de nuestros
planteamientos está la disyuntiva entre el individualismo y el colectivismo,
pero esto arranca de mas atrás…es la disyuntiva entre si queremos vivir
utilizando el cerebro como única esencia del ser humano o no. Nuestro derecho
mas esencial es el derecho a la vida y como herramienta tenemos el cerebro para
determinar qué es lo que debemos hacer para nuestro propio mantenimiento
personal, y es ahí en donde la única conclusión válida es que debemos actuar
para nosotros mismos, no para los demás, como guía y fundamento de todo lo que
somos y podemos ser.
Es poniendo en marcha el cerebro
lo que va a determinar todo lo demás. Y así no es de recibo, porque
sencillamente es inmoral, olvidar todo o parte de lo que somos, pensamos,
decimos y actuamos en aras de un presunto “bien común” que sólo existe como
etérea imagen, como “deseo” sin sustancia real.
Los arquitectos no estamos
trabajando para ningún bien común por tanto, otra cosa diferente es que el
resultado del trabajo revierta en un bien que los demás aprovechan y también
considerando que el campo de experiencias se fundamenta en el ser humano,
nuestro trabajo debe utilizar esos parámetros humanos como regla de medir los
trabajos o diseños. Esta circunstancia lleva a muchos colegas a confundir los
términos, veamos…
No estamos trabajando para servir
al cliente, no hacemos arquitectura para tener clientes, sino lo contrario,
necesitamos clientes para hacer arquitectura…querido colega, si lo piensas
sinceramente y sin engañarte, verás que es exactamente así.
Por eso, no puedo estar de
acuerdo con las opiniones de algunos “monstruos sagrados” de esta profesión,
arquitectos que representaron y representan aún la salsa de la arquitectura
“progre” de los 60 y 70” .
Lo siento, no puedo aceptar que al ciudadano hay que imponerle la planificación
propuesta por sus cerebros por muy creídos de sí mismos que sean, pues al fin y
al cabo, piensan realmente que ellos son los poseedores del “conocimiento” ,
tampoco estoy de acuerdo con que el objetivo de nuestro trabajo es el bien
social, y por tanto la vivienda social volcando entonces el trabajo de la gente
en general hacia la consecución de bienes que una vez transformados en dinero
sea esquilmado para unas presuntas necesidades de esos otros.
Todo esto viene a cuento de una
serie de entrevistas que he leído en un dominical…no recuerdo cual.
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