miércoles, 18 de marzo de 2015

De realidades



   La realidad es muy tozuda, se empeña en no dejarse amoldar a los deseos de la gente. Los hechos son los que son y no hay alternativa válida diferente. No existen situaciones intermedias entre lo que es y lo que desearíamos que fuera. No valen los términos grises intermedios entre el blanco y el negro si no hablamos de colores sino de realidades.
   Cuando uno analiza un asunto, sea el que sea y llega a la conclusión, realmente fundamentada en criterios objetivos de que algo ES de determinada manera no es racional en absoluto aceptar situaciones intermedias. Eso es lo que hoy día se adjetiva como “radical”, pues bien, es necesario ser radical en cuanto a la aplicación diaria del desarrollo racional de cada uno, una situación en la que no existan contradicciones entre lo que pensamos y lo que decimos o hacemos. Es la base de la felicidad.
   En la esencia de nuestros planteamientos está la disyuntiva entre el individualismo y el colectivismo, pero esto arranca de mas atrás…es la disyuntiva entre si queremos vivir utilizando el cerebro como única esencia del ser humano o no. Nuestro derecho mas esencial es el derecho a la vida y como herramienta tenemos el cerebro para determinar qué es lo que debemos hacer para nuestro propio mantenimiento personal, y es ahí en donde la única conclusión válida es que debemos actuar para nosotros mismos, no para los demás, como guía y fundamento de todo lo que somos y podemos ser.
   Es poniendo en marcha el cerebro lo que va a determinar todo lo demás. Y así no es de recibo, porque sencillamente es inmoral, olvidar todo o parte de lo que somos, pensamos, decimos y actuamos en aras de un presunto “bien común” que sólo existe como etérea imagen, como “deseo” sin sustancia real.
   Los arquitectos no estamos trabajando para ningún bien común por tanto, otra cosa diferente es que el resultado del trabajo revierta en un bien que los demás aprovechan y también considerando que el campo de experiencias se fundamenta en el ser humano, nuestro trabajo debe utilizar esos parámetros humanos como regla de medir los trabajos o diseños. Esta circunstancia lleva a muchos colegas a confundir los términos, veamos…
   No estamos trabajando para servir al cliente, no hacemos arquitectura para tener clientes, sino lo contrario, necesitamos clientes para hacer arquitectura…querido colega, si lo piensas sinceramente y sin engañarte, verás que es exactamente así.
   Por eso, no puedo estar de acuerdo con las opiniones de algunos “monstruos sagrados” de esta profesión, arquitectos que representaron y representan aún la salsa de la arquitectura “progre” de los 60 y 70”. Lo siento, no puedo aceptar que al ciudadano hay que imponerle la planificación propuesta por sus cerebros por muy creídos de sí mismos que sean, pues al fin y al cabo, piensan realmente que ellos son los poseedores del “conocimiento” , tampoco estoy de acuerdo con que el objetivo de nuestro trabajo es el bien social, y por tanto la vivienda social volcando entonces el trabajo de la gente en general hacia la consecución de bienes que una vez transformados en dinero sea esquilmado para unas presuntas necesidades de esos otros.

   Todo esto viene a cuento de una serie de entrevistas que he leído en un dominical…no recuerdo cual.

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